El sábado 18 de diciembre, la policía tunecina paró a Mohamed Bouaziz, un universitario en paro, y le quitó el carrito con el que vendía fruta y verduras para mantener a su familia. Enfurecido por la injusticia y desesperado por la miseria y el hambre en la empobrecida economía tunecina, cada vez más cabreado por el aumento de los precios de los alimentos, el joven se prendió fuego a sí mismo, frente al ayuntamiento de Sidi Bouzid, a 200 km de la capital. Después murió en el hospital.
Cabreados por el incidente, varios cientos de jóvenes locales, que sufren igualmente el desempleo y la represión policial del corrupto régimen dictatorial tunecino, se concentraron para protestar por lo ocurrido. La policía local respondió con gas lacrimógeno y violencia. Desde ese momento, no han cesado los disturbios masivos y los enfrentamientos violentos con la policía durante tres semanas. En Kesserine, otra ciudad del interior, muy lejos del turismo y la región costera, las estimaciones de los médicos locales y del personal del hospital ya hablan de más de 50 muertos.
Pero la fiereza de la guerra civil virtual que ha estallado entre el pueblo de Túnez, desde la juventud desempleada, los estudiantes de instituto y universitarios, sindicalistas, artistas, intelectuales e incluso abogados, contra el corrupto dictador Zine el Abidine Ben Ali, podría no estar ocurriendo si tenemos en cuenta la cobertura informativa de RTE, la BBC o el resto de medios occidentales. Los analistas de Al Jazeera y otros medios de habla árabe han señalado amargamente la hipocresía de los medios occidentales que difundieron la resistencia del movimiento “verde” iraní frente al robo electoral de Ahmedi Nejad, pero ahora censura la noticia más importante del mundo árabe en la actualidad. ¿Podría esto deberse a que el régimen de Ben Ali es “un aliado de Occidente”? El muro de silencio impuesto por nuestros medios “totalmente independientes” hace mucho ruido.
Mientras tanto, en el mundo árabe, desde Egipto a Siria, los observadores y blogueros están siendo perseguidos con ganas por lo que ellos llaman la Intifada Tunecina. La experiencia de ser aplastado por un régimen corrupto, dictatorial y represor y encima sufrir subidas en los precios de los alimentos es algo común para la mayoría de los habitantes de la región. Incluso aunque el Gobierno tunecino ha cerrado los periódicos de la oposición y ha detenido y torturado a periodistas que se han atrevido a cubrir la lucha, la cobertura aún se mantiene en Twitter (#sidibouzid), aunque Facebook ha decidido ayudar al régimen de Ben Ali (y sus simpatizantes de la CIA) cerrando las páginas de cualquier periodista o cualquier tunecino que informe de lo que ocurre en Túnez.
La Intifada aún continúa. Ayer llegó a los barrios de la capital Tunisia, y se desplegaron las tropas por la calle por primera vez. Ben Ali ha tardado en dar señales, cesando a su ministro de Interior y prometiendo que comenzará un programa para crear 300.000 puestos de trabajo los próximos dos años. Pero hay noticias de que familiares suyos ya están abandonando el país.
¡Victoria y libertad para los trabajadores tunecinos! ¡Abajo con la dictadura de Ben Ali!
Klinamen
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