Queremos escribir estas líneas para expresar cómo nos sentimos ante lo acontecido.
Somos personas muy distintas, unas nos definimos como Anarquistas, otras como Altermundistas, Feministas, Ecologistas, gente que es partidaria de una democracia real, etc, pero todxs vimos y sufrimos en nuestras carnes el abuso policial desproporcionado e injusto.
Partiendo de que algunxs no participaron en la manifestación, y lxs que estuvimos podemos defender distintas formas de acción política, todxs tenemos un setimiento en común, el descontento con la situación actual de nuestras vidas (la dificultad para encontrar trabajo o las condiciones precarias, no poder realizar nuestros sueños por culpa de las desigualdades económicas y por toda esta educacion basada en consumir y consumir reprimidxs por nuestras ideas politicas o por querer ser diferentes a lo que nos rodea). Nos encontramos ante un panorama sin ninguna esperanza y sin un futuro que nos incite a vivir tranquilxs y poder dedicarnos a lo que nos gusta a cada unx. Por eso, la mayoría acudimos a la convocatoria del 15 de mayo para intentar cambiar este sistema por algo más justo y equitativo, pero ¿cuál fue nuestra experiencia?: REPRESIÓN por parte de los cuerpos de seguridad del estado.
Fue algo vergonzoso, ver cómo unos hombres exaltados, vestidos y dotados de toda clase de armamento para asustar y golpear a cualquier cosa que se movía o a cualquier persona que era un poco diferente a lo dictado por las modas de los mercados, ver cómo la policía, que se supone que está para mantener el orden y la paz social, pegaba impunemente a quien estaba a su alcance, con las caras llenas de odio y las pupilas dilatadas (por los estimulantes que quizás habrían consumido), ese terror que utilizan para defender a los banqueros, políticos y grandes empresarios.
Los detenidos coincidimos en la desproporcionada y aleatoria forma de actuar de la policía, por los siguientes puntos:
1. A un compañero, después de efectuar su detención, dentro del furgón y con las manos atadas, le cogieron de la cabeza y le dieron golpes con el asiento del furgón, diciéndole que llevar rastas es “anti-higiénico” y que le daba igual que no hubiera hecho nada, pero que era “un guarro”, y que eso les bastaba para pegarle. Y cuando parece que le dejan en paz, se acerca otro antidisturbios a decirle que "no se queje tanto, que por lo menos le ha pegado sólo uno”.
2. A otro compañero, por llevar pantalones bombachos, le dicen: “Normal que no encuentres trabajo con esos pantalones de maricón”, entre otros comentarios homófobos y machistas.
3. Otro compañero, que se marchaba a su casa después de terminar la manifestación, acompañado por su novia, observa cómo la policía está machacando a porrazos a un chaval, pide que le dejen de pegar y termina golpeado y detenido por “meterse donde nadie le llamaba”.
4. Dos compañeros, al ver a los antidisturbios pegar porrazos a las personas sentadas en medio de Gran Vía, intervienen para levantar a los chavales del suelo y que no les pisaran. Acaban detenidos por policías secretas con estética skin, que sólo se identificaron como policías tras las detenciones.
5. Otro compañero tuvo la mala suerte de querer coger el cercanías en Sol después de venir de jugar al fútbol. Le detuvieron “por estar en el momento y el lugar equivocado”, como más tarde le dijeron delante de todos nosotros riéndose en su cara, humillándole al ver que en la mochila portaba las botas de fútbol, espinilleras, el traje de su equipo y el balón. Acaban la bromita diciendo: “No te quejes tanto, que así tienes una historia que contar a tus nietos”.
6. La mayoría de los compañeros nunca habían estado detenidos y al preguntar cuándo podrían realizar su llamada, ellos respondían: “Veis muchas películas yanquis, aquí en España no tenéis derecho a llamar”.
7. En la Brigada de Información Provincial de Madrid, situada en Moratalaz, no podíamos levantar la mirada del suelo, ya que o bien recibías un grito o un golpe. Era como en las películas de terroristas, iban todos encapuchados, no nos dejaban mirarlos a la cara, ni siquiera cuando nos hacían una pregunta. Por desgracia, la realidad supera la ficción.
8. Tirados en el suelo, con las bridas apretadas en las muñecas y mirando hacia abajo, otro compañero les advierte que tiene problemas de corazón, que ha sido operado y que toma medicación. Solicitó ser trasladado al hospital, a lo que los agentes respondieron burlándose de él y negándole la asistencia médica. Pasaron dos horas hasta que un mando policial dijo que iba a llamar al Samur, que llegó una hora más tarde. A los policías les parecía graciosa la situación y decidieron ponerle el mote de “El Telele”. A su costa hicieron chistes y comentarios maliciosos. Finalmente, fue trasladado al hospital, donde fue atendido. Le pusieron una vía y le suministraron su medicación. Al ser devuelto al calabozo, no le dejaron tener la medicación consigo y le dijeron que cuando la necesitara, la pidiera. Al cabo de varias horas, se produjo un cambio de guardia y los nuevos agentes no fueron informados del problema, y a la hora de tener que tomar una nueva dosis se la negaron. El compañero sufrió una crisis de pánico y accedieron a su demanda al cabo de más de dos horas que pasamos el resto de detenidos gritando para que le ayudasen.
9. Muchos de los compañeros estábamos asustados, y en un primer momento no quisimos que se avisase a nuestros padres o ver al médico. Después del shock inicial, solicitamos estos derechos y uno de los responsables de la comisaría de Moratalaz gritó textualmente: “Panda de maricones, niñatos de mierda, os voy a meter una patada en el culo que os va a salir por la boca; primero no queréis que avisemos a vuestra mamá y a los 5 minutos sí, pero ¿qué cojones os creéis que es esto, panda de gilipollas? ¡Iros a mamarla!”.
10. Durante todos los traslados nos conducen en el coche temerariamente, a gran velocidad, dando volantazos y frenazos a propósito, para que al estar en la parte trasera con las manos esposadas nos golpeáramos contra las puertas y las mamparas de separación.
11. Otras muestras de vejaciones psicológicas fueron:
- A un compañero le dijeron: “Has tenido suerte de que no te haya pegado dos tiros”.
- Mientras nos arrastraban escaleras arriba dijeron: “Podríamos tirarlos por la ventana, que son unos rojos de mierda”.
- Presenciamos maltratos y muestras de racismo hacia otros detenidos.
- Se negaron a proporcionar los recursos higiénicos que una compañera consideraba oportunos para su menstruación.
- Alteraron nuestra consciencia temporal y nuestros ciclos de sueño.
- Se mofaron continuamente de la condición de veganos de tres de nosotros, con perlas como: “Mira, ésa es la vegetariana.” “Normal, con la cara de amargada que tienes”. Por supuesto, se negaron a respetar esta condición. Además, alegaron que la alimentación era escasa diciendo: “Así os ponéis buenorras para el verano”.
Además de todos estos maltratos y humillaciones, nos denuncian por los delitos de “desórdenes públicos”, penados entre 6 meses y 3 años de prisión; “atentado contra la autoridad”, con una pena de 1 a 3 años de prisión, y “resistencia” (de 15 días a 1 año). El primer cargo es común a todos los detenidos, y luego varían de 2 a 3 cargos. Estos son los testimonios de los mayores de edad, habiendo otros cinco menores que fueron llevados al GRUME (Grupo Especial de Menores) y cuyos testimonios no conocemos y a los que queremos expresar nuestra solidaridad. Éste fue el trato que recibimos, sin olvidar que nos tuvieron a todos tirados en el suelo boca abajo o mirando la pared, con las bridas o los grilletes apretados al máximo, durante 2 o 3 horas . Con este comunicado queremos mostrar cómo nos trató la policía nacional española, y que la población sepa cuál es la actitud de estas personas, cegadas por el poder que les hemos otorgado.
Animamos a que toda la gente siga participando en las movilizaciones que se están formando, o como crean conveniente, para demostrarles que no nos dan miedo y que estamos hartos de sus mentiras y sus robos . Si luchas puedes perder, pero si no luchas estás perdido. La calle es nuestra y nuestras vidas también. Ya no creemos sus mentiras. Los cambios se hacen en la calle y no sólo en las urnas. No nos representan. ¡Que no, que no, que no nos representan!
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