[Euskal Herria] La tortura, que no cesa. Tremendo testimonio en Gara de Peio Olano

Desde la cárcel, a donde fue enviado por el juez Fernando Grande-Marlaska, Pello Olano ha explicado a GARA su experiencia con mucho detalle. Refiere, por ejemplo, que los guardia civiles le impusieron dos declaraciones con torturas como ésta: "Me ponían boca abajo en el suelo, con las manos atadas atrás y con unas mantas encima y tres personas sentadas sobre ellas. Mientras, otro me metía la cabeza en la bolsa, todo ello entre gritos y amenazas sin parar".

Explica que se orinó encima en varias ocasiones hasta el punto de que al final de la detención llevaba los pantalones que le dejó un guardia civil.

Olano añade que en los 80 fue detenido en otras tres ocasiones y pasó hasta diez días incomunicado, "pero esta vez ha sido la más dura. Antes te pegaban directamente, pero ahora emplean las bolsas".

Al preguntarle si le interrogaron sobre la situación de Lizartza, responde: "No, pero me decían que Regina Otaola estaría muy contenta".
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Pello Olano detalla en el testimonio recabado por GARA el «infierno» padecido durante los cinco días que permaneció incomunicado en dependencias de la Guardia Civil. Según asegura, no comió nada ni durmió en ese tiempo llegando a perder seis kilos de peso y en las sesiones de tortura padecidas le obligaron a aprenderse las dos declaraciones efectuadas en comisaría. Pensó que con las declaraciones se calmarían, pero dice que siguieron torturándole hasta el último día.

El lizartzarra recuerda que los primeros golpes y amenazas comenzaron camino a Madrid. Realizó el viaje con la cabeza tapado, las manos esposadas y mirando hacia el suelo. Le obligaron a repetir tablas de multiplicaciones para evitar que se quedara dormido en el trayecto y si se detenía, le pegaban. Según seña- la, le dieron tres puñetazos en la cara. Al llegar a Madrid le metieron en una celda y, según cuenta, le explicaron que debía permanecer de pie, mirando a la pared y con la cabeza hacia abajo, sin mirar a los agentes.

Es a partir de entonces cuando empieza un «verdadero infierno» con interrogatorios y sesiones de tortura. Olano cifra en unos 30 los interrogatorios que habría sufrido durante la incomunicación, pero que no los recuerda de forma cronológica ya que estuvo «desorientado, sin saber si era de día o de noche».

La bolsa, «lo más duro»

Los guardias civiles realizaron la mayoría de interrogatorios encapuchados, salvo en un par de ocasiones, y participaban unos cinco agentes por las voces que podía distinguir, cada uno cumpliendo con un papel: el bueno, el malo, el que le pegaba, el que amenazaba y «el salvaje al que llamaban `animal'». Algunos de los interrogatorios apenas se prolongaron una hora, mientras en otros llegaron a estar hasta seis horas.

En todos ellos le colocaban de pie contra la pared y le gritaban y amenazaban mientras recibía golpes. Después comenzaban a empujarle y era obligado a realizar flexiones hasta la extenuación. En caso de parar le levantaban a patadas.

El lizartzarra indica que le pegaban en la cara, en la cabeza y en la espalda, tanto con la mano abierta como cerrada. Sin embargo, manifiesta que lo más duro fueron las sesiones de «bolsa», sobre todo las primeras.

Según explica, tiraban una manta al suelo, en la que le envolvían con las manos atadas a la espalda y haciendo fuerza hacia arriba. Tres personas se sentaban sobre su espalda y el que estaba más cerca del cuello le cogía de la cabeza y empujaba para atrás. Entonces, otro guardia civil se acercaba y le colocaba la bolsa apretando por el cuello.

Olano señala que sentía la asfixia y que cuando iba a perder el conocimiento agujereaban la bolsa por la boca para que pudiera respirar. Los mareos y sofocos fueron tremendos, según dice, hasta el punto de orinarse en las sesiones. Los últimos días permaneció con los pantalones de la Guardia Civil, porque los suyos estaban mojados.

Asimismo, fue desnudado en varias ocasiones para ser cacheado y fue amenazado con su compañera y su hijo, además, de con otros métodos de tortura. Según afirma, contó todos los malos tratos al médico forense, pero no le hizo ninguna prueba, aunque sí apuntó lo que decía.

En otro orden de cosas, es de recordar la reaccion de "los democratas" cuando este vecino de Lizartza fue detenido por la "benemerita"

Satisfacción de Otaola, Pérez Rubalcaba y la AVT

"Felicitar a la Guardia Civil por la detención de un presunto terrorista, del cual hoy sabemos que además de insultar gravemente e injustificablemente a alcaldesas democráticas, se dedicaba a trasladar material explosivo desde Francia a los comandos en España", afirmó ayer el ministro de Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, durante la toma de posesión del nuevo director adjunto operativo de la Guardia Civil.

Previamente, la alcaldesa ilegítima de Lizartza, Regina Otaola, del PP, mostró su satisfacción a los medios por el arresto de Peio Olano. Dijo que el lizartzarra no esperaba ser detenido por haber proferido supuestas amenazas en su contra, ya que no debía ingresar en prisión por la pena de dos años de cárcel, pero se mostró satisfecha porque "ahora deberá ser juzgado" por esta nueva acusación.

Además, aprovechó la ocasión para destacar que este arresto es "un ejemplo más" de la relación que, a su juicio, guarda la izquierda abertzale con ETA, porque Olano se presentó en las listas de la plataforma electoral que en 2007 fue ilegalizada por los tribunales españoles y porque anteriormente había sido concejal. La AVT también mostró su satisfacción por la detención.

Satisfechos, pues tanto Rubalcaba, como Otaola, alcaldesa ilegitima y la autodenominada AVT, de que un vecino de Lizartza sea torturado



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