La marcha partió con unos 4.000 manifestantes -frente al pronóstico de entre 5.000 y 6.000 de los organizadores-, pero a menos de 500 metros del punto de partida un grupo jóvenes vestidos enteramente de negro y con el rostro cubierto empezaron a romper los escaparates de cualquier establecimiento que pudiesen identificar con el capitalismo.
Los primeros locales atacados fueron los de varios bancos suizos y extranjeros (en una zona conocida justamente como el “barrio de los bancos”) y siguieron tiendas de artículos de lujo y algunos hoteles de cinco estrellas, así como numerosos coches que se encontraban estacionados en las inmediaciones.
Al menos tres coches fueron totalmente incendiados y varias decenas fueron parcialmente destruidos.
Esos manifestantes también se ensañaron con el local de una conocida cadena de café estadounidense, ocupada en ese momento por varios clientes, así como con algunos pequeños comercios y paradas de transporte público, en una zona de gran actividad comercial.
La policía tardó unos 40 minutos en reaccionar para intentar detener la destrucción de la propiedad privada, mediante el lanzamiento de gases lacrimógenos y de balas de caucho que provocaron la dispersión de los manifestantes y que el gran cortejo pacífico quedara bloqueado por un cordón policial.
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